Mariposas

Ayer no, y mariposas.

Hoy tampoco, una y otra vez, más tiempo, más esfuerzo, más trabajo, y tampoco, pero mariposas.

Mañana puede que sí, incertidumbre: seguro, cavar hacia el diamante que quizá no exista: también, un poco más, porque mariposas.

Mariposas, ganas, pasión, obsesión hasta la frustración más profunda y la capacidad para construir a la persona más feliz del mundo.  La única sensación lo suficientemente fuerte por si misma para crear y hacer creer a cualquiera que un día lo puede lograr.

Quizá no pase, existe la posibilidad de que Marc Márquez no vuelva a ganar una carrera de motos, o de que cualquier otro que, no solo sueña con un objetivo, sino que lo madruga, lo trabaja y lo persigue durante toda su vida, con más o menos mariposas por momentos, no lo logre; pero si al escribir o leer este párrafo, el estómago de alguien se ha encogido hasta refundar la imposibilidad, da igual, porque va a seguir intentándolo.

Y en esas está lo injusto, afortunado y cruel de poder exigirte a ti y a quien te siente alrededor, e incluso lejos. Todo por unas mariposas que no paran de moverse en el estómago, pueden calibrarse más o menos veces, medir la fuerza del abatimiento con el que empujan los latidos, el cuerpo y sobre todo la mente un día tras otro, pero si se sigue pensando en ellas, hasta para volver a valorarlas, siguen ahí.

Ojalá saber hasta cuando hacer caso a las mariposas o aprender a vivir con ellas, disfrutar del aprendizaje del camino y todo eso de la senda es lo importante de la meta, pero Marc y cualquier otro con el estómago repleto de mariposas quiere ver la línea de meta, la bandera a cuadros el primero y el escalón más alto del podio.

“Mariposas” debería tener final feliz, en este blog, en el mundial de Moto GP y en el objetivo de cualquiera con ellas, pero lo peor y lo mejor es que si fuera un final triste, no importaría, porque Mariposas.

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Unas tierras, las nuestras

Unas tierras, las nuestras, sin escrituras y con ellas, del nombre más antiguo en el padrón, pero también del que aparecía en el censo más efímero de la historia, incluso de quien aún no las ha descubierto, unas tierras de pertenencia por entendimiento de su riqueza y no sólo por su valor económico, las nuestras.

2.785 hectáreas de superficie de los pueblos Castillejo de Mesleón, Barbolla, Sotillo, Duruelo, Cerezo de Arriba y Cerezo de Abajo forman parte del plan de explotación de una mina de cuarzo presentado para la provincia de Segovia. Biólogos, geólogos, arqueólogos e, incluso, oncólogos han determinado la perdida de fertilidad que conllevaría para los terrenos de la zona, la alta probabilidad de contaminación del agua, la destrucción de la flora y la fauna y hasta el riesgo que provoca el polvo de sílice como agente cancerígeno. Cada una de las alegaciones presentadas dan sentido a lo que constituye un pasado, presente y futuro de una vida ligada a un lugar de naturaleza, paisajes, agricultura, ganadería, ríos, turismo y costumbres.

La identidad de los pueblos no se mide al peso, más o menos habitantes, más o menos kilómetros, no otorgan a nadie el poder de prevalecerse por encima de un territorio que no le pertenece, pero cualquiera tiene la oportunidad de seguir las pisadas de esos dos, tres o cientos de extraños y mirar lo que antes sólo había visto.

Incluso cerrando los ojos, desde las eras se mira mejor el viento y se siente en la cara. También allí, se proclaman los campeones de lanzamiento de azadón y de carreras de sacos. Se diferencian buitres de cigüeñas y, dependiendo del conocimiento, níscalos de setas venenosas y hierbabuena de ortigas. Sólo con garrota en mano se sabe si mañana habrá tormenta mirando al cielo y el tiempo en el que la merienda llega a su fin por unas flores violetas en otoño. Algunas huertas miran montones de tomates cultivados y otras, uno a medio crecer, significa en todos los casos el triunfo para presumir de cosecha, también las manzanas, crecerán un año sí y al siguiente no, siempre que no se disponga de la suficiente memoria para comprobar que se cumple.

La importancia de unas tierras, las nuestras, conoce idiomas que no deben dejar de hablarse, al menos, hasta que alguien invente un lenguaje parecido al que describe manantiales de agua como se hace en Sotillo.

PLATAFORMA CONTRA LA MINA A CIELO ABIERTO

FIRMA PARA PARAR LA MINA A CIELO ABIERTO EN EL NORDESTE SEGOVIANO

Ayer encontré al no-ministro que perdí

 

.Las cerezas

Ayer encontré a Alberto Ruiz Gallardón tras perderlo por alguna legislatura.

Sabía que lo haría, sabía que dimitiría, quizás parezca muy ventajista leer esto ahora, así que reconoceré que jamás pensé que sería ahorcado por el gobierno que le dio la cuerda y la apretó hasta el final, mientras él debió asentir encantado.

Aun así, ayer le encontré o al menos vi un reflejo muy claro del Alberto Ruiz Gallardón que conocí antes de asumir el ministerio de justicia, donde en algún momento le perdí mientras se mostraba convencido y temiblemente orgulloso de un Anteproyecto de ley: autoritario, dictatorial e injusto que prevalecía el derecho a la vida de algunos no-nacidos, al derecho de todas las mujeres sin tener en cuenta situaciones de ningún tipo, tampoco esta ley protegía a todos a los que pretendía, solo defendía el derecho a nacer, pero se olvidaba del resto de la vida de las personas, tanto madres como hijos, sanos y enfermos, que también se veían obligados y condenados a nacer sin posibilidades de realizar sus vidas como merecen, además Gallardón al dejar de ser quien siempre pareció, limito la justicia, dejándola solo al acceso de unos pocos que pudieran permitírsela, creó el ministerio de justicia más injusto en mucho tiempo. Supongo que el motivo de todo esto no sería capaz de entenderlo o quizás sea algo tan oscuro, simple y antiguo como que el poder corrompe.

El final de su carrera política quizás sea el reencuentro definitivo de Alberto Ruiz Gallardón con el no-ministro que representaba y defendía la mejor derecha democrática, por la que Franco detuvo a su padre, y que entendía y razonaba con mi mejor y peor izquierda, capaz de  razonar y crear el sueño de una política diferente a la actual, donde la política recuperará su significado, capaz de construir las ideas que hagan del mundo el cuento de hadas con el que comparaba la política hace un tiempo no muy lejano.

Ayer me pareció ver, quizás dibujado por mis ganas, al Gallardón que se reía con Joaquín Sabina y Julia Otero en Las Cerezas  sobre sus diferencias y semejanzas, el que parecía crear, hablando con ellos, la mejor democracia de todas donde realmente parecía posible construir un lugar para todos independientemente del partido al que hubieras votado en las últimas elecciones.

Mientras sucedía aquel importantísimo encuentro  en Las Cerezas de 2004,  era muy pequeña para reconocer que lo que allí ocurria era realmente especial y casi imposible de volver a ver, aun así, fui capaz de recordar algo, despertó algo, imposible saber el qué, que logró que muchos años mas tarde y por alguna casualidad, en la que no creo, me hiciera recordar que tenía que buscar aquel encuentro y entenderlo como no pude entonces para descubrir al Gallardón no-ministro con el que hubiera inventado un mundo.

 

Ayer encontré al Gallardón que no se encontraba a gusto en la oposición y al que injustamente se le crítica por ser el ambicioso que no ocultaba querer llegar al poder para construir lo que realmente consideraba mejor.

Además le gustaba El Intermedio, eso seguro que siempre significó algo, aunque en algún instante de los últimos tiempos hubiera decidido desintonizar La Sexta y olvidarse de todo, también recuerdo que a Esperanza Aguirre no le caía del todo bien y siempre he pensado que tener algunos enemigos en ocasiones te define de manera positiva y hasta te hacen mejor, eso seguro que también significaba algo.

Albero Ruiz Gallardón se marcha, o le echan, o lo que sea que le deje el tiempo para que recuerde quien siempre creí que es.

 Laura Morato Hervás