Cuando cambias las razones de mundos injustos y creas libertades llenas de ideas diferentes, no desapareces, solo dejas de enseñar.
“Todas las sociedades aspiran, conscientemente o no, a utopías de un tipo u otro. Los políticos comercian con las esperanzas de la gente de alcanzar el cielo en la tierra. Como no es posible, las vidas de las naciones, como las de las personas, son una lucha perpetua por hacer realidad estos sueños”. John Carlin
Mis sueños no eran pequeños, decía: “yo quiero hablar con Nelson Mandela y José Luis Sampedro y caerles bien”, también en algún tiempo, mucho más lejano, dije: “Quiero ser princesa” pero esté, no consigo recordar porqué, ni en qué momento cambie tanto, aun así, no era un sueño igual al anterior, nunca busqué un vestido precioso, ni una corona, ni una carroza, ni siquiera unos zapatos de cristal para intentar serlo, ni estando dormida. Los sueños de verdad ocurren cuando estamos despiertos, dispuestos a crearlos, a luchar contra todo y todos por ellos, a construirlos día a día sin creer en hadas madrinas, en casualidades, suertes, ni destinos que los hagan posibles.
Así que, aunque sin darme cuenta entonces, empecé a soñar estando muy despierta, tenía que hacerlo muy rápido, ni Jose Luis Sampedro ni Mandela me esperarían siempre, al final no me dio tiempo a hablar con ellos, aunque creo que les hubiera caído bien, pero seguí haciendo lo mismo que hasta entonces, sin volver a darme cuenta, entendí que mis sueños eran solo la meta que buscaba para andar por el camino que quería, además ¿qué me hubiera dicho Mandela que no le hubiera dicho ya a la humanidad, durante 95 años de vida, 27 en Robben Island y 5 años como presidente de una Sudáfrica sin guerras, que parecían inevitables, entre blancos y negros?.
Casi todo lo que dijo Mandela podía buscarlo y lo encontré, pero todo lo entendí el otro día, por las páginas de “El factor humano “de John Carlin, siempre encontré a Mandela como “el presidente de la humanidad” pero hasta que no encontré este libro no sabía realmente todo lo que significaba, la fuerza de una idea, las reuniones secretas imposibles y a la vez conciliadoras entre adversarios, el respeto después del odio, y el lugar de paz en tiempos conducidos a la guerra.
Necesitamos más Mandelas, con otros nombres, pero con los mismos sueños e ideas con los que todos los líderes políticos simulan parecer estar de acuerdo, quizás si los presidentes del mundo que decidieron acudir al funeral de Mandela además de admirar, elogiar y recordar a Mandela decidieran arriesgar todo lo que ahora tienen por seguir ese ejemplo que tanto admiran, no necesitaríamos Mándelas.
Estamos en el mismo mundo que los sueños que Mandela y nosotros somos capaces de convertir en realidad con mucho esfuerzo y muchas ganas de conseguirlo pero también convivimos con las injusticias que creamos, condenados a vivir con ellas si no intentamos cambiarlas y que no vuelvan a repetirse en la historia.
“Lo mejor de todo lo bueno que ha ocurrido es que puede volver a ocurrir”. Desmond Tutú
Laura Morato Hervás